sábado, 19 de marzo de 2011

Libro "El saber del ciudadano. Las nociones capitales de la democracia", Aurelio Arteta y otros. Nacionalismo, Multiculturalismo y Democracia.

El saber del ciudadano

Por: Juan Avilés.

Idiotas, para los antiguos griegos, eran quienes se desentendían de lo público para preocuparse sólo de lo suyo (idíos en griego). Nos lo recuerda Aurelio Arteta, catedrático de filosofía moral y política en la Universidad del País Vasco, en el primer ensayo de los que integran El saber del ciudadano, una obra destinada a divulgar los conceptos básicos de la democracia y contribuir así a que haya más ciudadanos comprometidos con el bien común… y por tanto menos idiotas (tanto en el sentido griego como en el actual). De los trece ensayos que integran el libro, algunos son de carácter académico, pero otros abordan problemas de gran actualidad, como la relación entre democracia y nacionalismo, de la que trata Luis Rodríguez Abascal, y la cuestión de la tolerancia y el multiculturalismo, de la que se ocupa Aurelio Arteta.

Hay muchas variedades de nacionalismo, pues éste tiende a combinarse con otras ideologías, desde el liberalismo hasta el fascismo, pero en todos los movimientos nacionalistas se encuentra sin embargo un núcleo duro, que Abascal identifica con precisión: se trata de la convicción de que la humanidad está dividida en un tipo peculiar de grupos, llámense naciones o pueblos, a quienes corresponde la soberanía de un territorio. A partir de ahí el nacionalismo conduce inevitablemente a dos problemas que afectan a la democracia: el de la exclusión de quienes habitan en un territorio pero no comparten las características ancestrales que supuestamente definen a esa nación, y el del choque entre nacionalismos incompatibles. Su impecable análisis es puramente abstracto, pero de fácil aplicación a casos concretos. Resultan muy esclarecedores sus argumentos respecto a la controvertida cuestión del derecho de autodeterminación de los pueblos, entendido como derecho de secesión. Desde la perspectiva democrática sólo cabe aceptarlo en dos casos: cuando se trata de un territorio en el que los derechos humanos han sido masivamente violados por las autoridades del Estado al que pertenece (Kosovo); y cuando se trata de una separación libremente acordada por las partes implicadas (Chequia y Eslovaquia).

Arteta disecciona por su parte la aparente paradoja de la tolerancia, que es una virtud democrática básica, pero resulta falseada cuando conduce a una renuncia a las propias convicciones. Como ejemplo de falsa tolerancia, Arteta alude al multiculturalismo, entendido como la tesis de que las personas deben subordinarse a los valores de su cultura de origen, evitar el debate racional con individuos de otras culturas y renunciar a la búsqueda común de unos valores universales. En último término, tanto el nacionalismo como el multiculturalismo, tal como se definen en este libro, ponen en cuestión el principio fundamental de la democracia: la convicción de que todos los seres humanos son iguales en sus derechos fundamentales y que todos están llamados a participar en el debate público que conduce a la toma de decisiones, sin verse limitados por su lengua, su etnia, su religión o su supuesta adscripción nacional.

Fuente: Diario El Mundo, El Cultural (España). 21/02/2008.

Sinopsis del Libro.

Ante los males sociales o daños públicos, lo habitual es limitar sus dimensiones al mal que se comete y al que se padece. El agresor y su víctima, no hay otros protagonistas. ¿Hará falta tachar esa mirada, además de simplista, de interesada? Así lo cree Aurelio Arteta al ofrecer estas reflexiones que tienen a la sociedad vasca contemporánea como su primera inspiración. A diferencia de los males de naturaleza privada, los públicos no sólo los causan unos pocos y los sufren bastantes, sino que requieren a muchos más que los consientan. Estos son quienes colaboran en aquellos daños mediante su abstención, adquiera ésta la forma de silencio, disimulo o cualquier otra. En realidad, es el modo más abundante de comparecer el mal. Pues cabe esperar que no seamos agentes directos del sufrimiento injusto y más probable resulta que nos toque figurar como sus pacientes. Pero lo seguro es que nos contemos a menudo entre sus espectadores. Y entonces no podrá esquivarse la cuestión de si nuestro conformismo e indiferencia ante los daños que contemplamos nos convierte asimismo en sus cómplices.

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Este libro se propone explicar las cuestiones principales acerca de la democracia: su naturaleza y justificación, su procedimiento de toma de decisiones, las figuras básicas que hoy reviste y algunos de los desafíos que afronta. Al ponerse a esa tarea, sus autores dan por sentado el notable influjo que un mejor saber político de la gente tendría en la cosa pública y su gobierno: pocas empresas hay tan dependientes de la fuerza y claridad de las razones de sus protagonistas como la democrática. Nuestra conducta ciudadana será relativa a nuestra idea de democracia, a lo que creamos que ésta sea, pero no menos a lo que puede y debe llegar a ser. Por ello nadie nace demócrata, sino que más bien se hace. Nadie puede suponer que ya es demócrata, o que no puede serlo más, o que es demócrata en todos sus comportamientos políticos o que -pase lo que pase- no puede dejar de serlo. El buen ciudadano se halla en estado de educación democrática permanente.

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