martes, 23 de agosto de 2011

Libro: "La discriminación positiva en el mundo", Thomas Sowell.

'La discriminación positiva', por Thomas Sowell

Según este politólogo negro, la discriminación positiva ha acarreado males en muchos países, al promocionar minorías inadecuadamente.

Por: Alfonso Carlos Amaritriain

Thomas Sowell es catedrático en la Universidad de Stanford, economista, politólogo, norteamericano y crítico con la famosa “discriminación positiva”. Y para colmo es negro, perdón, afroamericano. La tesis defendida en este libro es que la aparente, bondadosa e ingenua discriminación positiva ha acarreado muchos males en aquellos países que se ha aplicado.

La discriminación positiva la puso en boga Kennedy en 1961 para garantizar el acceso al trabajo sin discriminación racial, religiosa o de origen. Como un reguero de pólvora la “discriminación positiva se ha ido extendiendo por países y entronizando en legislaciones.

En muchos países, por ley, actualmente los empresarios están obligados a contratar cuotas de trabajadores de diversas minorías. O bien, se ha aplicado –sobre todo- en el mundo académico, para permitir el acceso a las universidades de los más desfavorecidos.

Todo lo que en un principio se presentaba como un acto de justicia, se empieza a demostrar que puede tener consecuencias perversas: “En algunos países –afirma Sowell- la discriminación positiva ha envenenado la relación intergrupal y ha hecho peligrar la estructura de la sociedad”. Ejemplo de ello, al cual Sowell dedica un capítulo extenso, es la India.

Desde que en los años 80 se aprobó una ley de discriminación positiva para los “intocables” (ahora llamados políticamente correctos como castas programadas), la violencia sobre ellos ha ido aumentando.

Así: “Esta escalada de violencia se ha relacionado con la reacción violenta en contra del trato preferente oficial dado a los intocables”. Igualmente, podría explicarse así el incremento en las últimas décadas de las violaciones de mujeres de castas desfavorecidas.

El autor también pone en duda, con estudios sociológicos, que el acceso a la Universidad de ciertas castas haya supuesto una promoción. Muchas veces no acaban los estudios, o ni siquiera los empiezan.

En Sri Lanka, los intentos de promocionar legalmente minorías, se ha saldado con auténticas matanzas. Los tamiles, minoría desfavorecida, sufrió las consecuencias. Por ejemplo, para ver lo absurdo de las leyes contemplemos el siguiente caso. En 1972 el gobierno obligó a cuotas de acceso a la universidad según la población de cada distrito.

Como la población por distritos se agrupaba étnicamente, en vez de conseguir mayor acceso, los tamiles vieron reducida su proporción de estudiantes universitarios. Pasó del 35% en 1970 al 19% en 1974. La tensión interétnica, prácticamente desconocida, empezó a aflorar. Desde finales de la década de los 70, la zona se ha convertido en un escenario de auténtica guerra civil.

Sowell dedica también un capítulo a Estados Unidos sumamente interesante. Las políticas de discriminación positiva han favorecido –en el fondo- más a las empresas que a las minorías étnicas. Pues algunas empresas se han beneficiado de magníficas subvenciones que no han repercutido en los sueldos de las minorías.

También se deshace el discurso feminista al comprobar sociológicamente que la promoción de la mujer en Estados Unidos está en relacionada con la maternidad y no con la discriminación.

A principios del siglo XX las mujeres norteamericanas habían conseguido un lugar destacable en ocupación laboral y sueldos. Sin embargo ello tuvo un coste: el descenso de la natalidad. En los años 50 y 60, en la medida que aumentaban las tasas de natalidad, la mujer se retiraba del mercado del trabajo. Después, la mujer ha vuelto a incorporarse masivamente al trabajo, a costa de nuevo, de la fecundidad.

Con ello se demuestra que la incorporación de la mujer al trabajo se debe a decisiones vitales y no a políticas de “discriminación positiva”.

Un libro interesante para lectores interesados en el análisis en serio de la nueva dictadura de la “corrección política”.

Thomas Sowell
La discriminación positiva en el mundo
Traducción de Abel Derbito y Mercé Diago
Gota a gota
291 páginas

Fuente: Forum Libertas.com

Recomendados:

Políticas de discriminación positiva a favor de las minorías en EE.UU. Reacción de los grupos ultraconservadores (Tea Party).

sábado, 4 de junio de 2011

“El itinerario y la brújula”, renovada lectura sobre la figura y la obra del intelectual peruano José Carlos Mariátegui. Autora, Fernanda Beigel.


“Estudiar a Mariátegui fue un viaje interno y externo”

Acaba de publicar “El itinerario y la brújula”, una renovada lectura sobre la figura y la obra del intelectual peruano. Un trabajo suyo obtuvo el primer premio en un importante concurso.

Por: Eva Rodríguez

Fernanda Beigel (33) acaba de publicar “El itinerario y la brújula”, una original mirada sobre la trayectoria del intelectual peruano José Carlos Mariátegui. En esta investigación -que la socióloga realizara como tesis doctoral- el autor de “Siete ensayos para la interpretación de la realidad peruana” es colocado en el ámbito de las vanguardias estético-políticas de los años ’20. En esa particular coyuntura histórica, su proyecto teórico-político es analizado a la luz del arte y la política.

Pese a su corta edad, Beigel ha transitado una prolífica carrera en el campo de las ciencias sociales. Además de contar con varios libros publicados, es investigadora del Cricyt (Centro Regional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y dirige un posgrado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Hace pocos días fue distinguida con el Primer Premio (categoría Semisénior) en el Concurso de Ensayos "Los legados teóricos de las Ciencias Sociales en América Latina y el Caribe", organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). Su trabajo “Vida, muerte y resurrección de las Teorías de la Dependencia” fue evaluado por un prestigioso jurado y resultó primero entre otros 24. Ahora se publicará y distribuirá en toda América Latina.

-La investigación que llevaste adelante en tu libro implicó que viajaras a varios países en busca de documentación, ¿cómo fue esa experiencia?

-La experiencia de investigación de la trayectoria de Mariátegui fue, para mí, un verdadero viaje, externo e interno. Para seguir los pasos de la red editorialista que el peruano había construido durante los años veinte, me propuse consultar el Archivo Mariátegui de Lima y todas las publicaciones periódicas peruanas, de provincias y de la capital, con las que su célebre revista Amauta -publicada entre 1926 y 1930- se vinculó. Viajé a Perú dos veces, en 1996 y 1997, para trabajar en el archivo familiar y en las hemerotecas de Lima. En 1998 presenté un proyecto en el Centro Studi "Piero Gobetti" y el Instituto Gramsci di Roma, para hacer una residencia doctoral en Turín y desentrañar las relaciones entre Mariátegui y Gramsci, más precisamente con L'Ordine Nuovo (Primera Serie, 1919-1921), que fue su única vinculación con el dirigente italiano a comienzos de la década del veinte. Dicha residencia incorporó tres ciudades más: Florencia, Roma y Siena, en las que pude consultar archivos y hemerotecas muy valiosas que me permitieron reconstruir los lazos de Mariátegui con el periodismo y el editorialismo europeo de la época. Además, viajé a Madrid para investigar las relaciones de una revista juvenil dirigida por Mariátegui, Nuestra Época (1918), con la célebre revista España (1915-1924), de Ortega y Gasset y Luis Araquistain.

“También fue un viaje interior, porque la vida y la obra de Mariátegui constituyen una verdadera "agonía", como alguna vez dijo Alberto Flores Galindo. Leer a Mariátegui implica contactarse con un intelectual militante que padeció tremendos sufrimientos físicos (a los 30 años tuvieron que amputarle una pierna), y que desde su silla de ruedas reflexionó profundamente sobre su realidad.

“Murió a los 36 años (en abril de 1930) y dejó una obra monumental, que recién en los años ochenta comenzó a ser recuperada de las acusaciones maniqueístas que lo atacaron, por izquierda y por derecha.”

-¿Cómo surge en vos la idea de estudiar a Mariátegui a la luz del contexto de las vanguardias estético-políticas?

-En realidad fue Arturo Andrés Roig quien me presentó a Mariátegui, de una manera que sólo él puede hacerlo: trayendo a nuestra reunión de trabajo la edición facsímil de la revista Amauta, que había comprado en Lima para la biblioteca del Cricyt. Fue a mediados de 1993 y estábamos discutiendo un proyecto para presentarme como becaria del Conicet bajo su dirección.

“Ingresar a Mariátegui a través de esa revista fue, sin lugar a dudas, la llave de la puerta que me llevó a ocuparme de su proyecto estético-político, porque Amauta fue un punto neurálgico del vanguardismo peruano y continental.”

-¿De que modo se articulan en la obra de Mariátegui el cruce entre arte y política?

-Bueno, si bien existe un pensamiento estético-político que yo he intentado reconstruir en mi investigación doctoral, fundamentalmente se articulan en su praxis. Mariátegui creó su primera editorial en 1924 y las agencias de Amauta empezaron a proliferar por América Latina desde 1926. Para ese entonces, la revista era expresión de un proyecto colectivo que al poco tiempo se acompañaría de un periódico, Labor, y de una organización política, el Partido Socialista Peruano. Todos estos emprendimientos coincidían en señalar que el único camino para cambiar la mirada estética que los vanguardistas pretendían revolucionar se alojaba en una transformación social de mayor envergadura, alimentada por los vientos de la Revolución Rusa, la Revolución Mexicana y la Reforma Universitaria. El indigenismo revolucionario resumía, para Mariátegui, las aspiraciones culturales y políticas de su proyecto.

-¿En que reside la importancia del pensamiento de este autor en la actual realidad latinoamericana?

-Mariátegui constituye un hito, tanto en la historia cultural del continente, como en la tradición política libertaria. Su programa indigenista es discutido al interior del movimiento zapatista mexicano y a nivel académico, dentro de los estudios étnicos.

“Su trayectoria ha resultado recientemente de mayor interés a la luz del balance de la caída del Muro de Berlín, pues se trató de un marxista muy alejado del tronco stalinista y más bien ligado a un socialismo creativo, enraizado en un proyecto nacional.”

-Acabas de obtener el Primer Premio en un concurso organizado por Clacso, ¿por qué no nos contás de qué se trata este trabajo?

-Sí, se trata de un ensayo sobre las teorías de la dependencia de los años sesenta y setenta, que expresa mis investigaciones de los últimos años. El estudio del vanguardismo estético-político señaló un conjunto de hilos conductores de la cultura latinoamericana que atraviesan todo el siglo XX: uno de ellos tiene que ver con las relaciones entre dependencia e identidad nacional.

“Las teorías de la dependencia constituyen uno de los más importantes legados de las Ciencias Sociales de la región y su surgimiento es uno de los momentos de mayor expansión del campo intelectual latinoamericano. Por eso me pareció que valía la pena volver sobre ellas y revisar si la categoría de "dependencia" podía constituir, todavía hoy, una herramienta analítica para explicar nuestra realidad.

“Lo primero que considero en este balance es que no hubo ‘una’ teoría de la dependencia, sino que existieron numerosas corrientes e investigaciones que abordaron las relaciones de dominación entre nuestras naciones y los países capitalistas centrales; y que una profunda revisión de todas ellas devela una rica y heterogénea tradición teórica más pertinente que nunca para el examen de nuestra posición periférica en las actuales circunstancias.

“En el ensayo de Clacso desarrollo históricamente esta categoría determinando aquellos elementos que pueden apuntar a su renovación crítica e intento explicar por qué la cuestión de la dependencia desapareció de la agenda política durante los noventa y cómo reaparece hoy, a partir de la crisis terminal de las recetas neoliberales y el recrudecimiento de la hegemonía mundial norteamericana. Por eso titulé al ensayo: ‘Vida, muerte y resurrección de las teorías de la dependencia’.”

Itinerario

Fernanda Beigel nació en Buenos Aires en 1970.

En 1989 ingresó a la carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (UNCuyo) y se graduó con Medalla de Oro.

Forma parte del equipo de Historia de las Ideas Latinoamericanas, coordinado por el Dr. Arturo Andrés Roig, en el Incihusa-Cricyt.

Desde 1999 es miembro del Consejo de Árbitros Internacionales de la publicación venezolana Utopía y Praxis Latinoamericana. Revista Internacional de Filosofía Iberoamericana y Teoría Social (Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela).

Ha obtenido seis becas de formación en la investigación científica y ha realizado siete viajes de perfeccionamiento a distintos países.

Ha publicado cuatro libros y numerosos artículos.

En agosto de 2001 defendió su Tesis Doctoral en la Carrera de Doctorado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (UNCuyo).

En mayo de 2003 recibió el Premio “Bernardo Houssay” en la categoría Investigador Joven, disciplina: Sociología y Demografía. Ese mismo año fue becada para participar del VI Fábrica de Idéias organizado por el Centro de Estudos Afro Orientais (Universidade Federal da Bahia, Brasil) y patrocinado por Sephis (Amsterdam, Holanda).

Actualmente se desempeña como coordinadora académica de la Carrera de Doctorado Personalizado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo y es investigadora del Conicet.

Recientemente acaba de ser ganadora en un concurso de ensayos organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). El tema de la competencia fue "Los legados teóricos de las Ciencias Sociales en América Latina y el Caribe". Su trabajo se titula: “Vida, muerte y resurrección de las Teorías de la Dependencia".

Fuente: Los Andes (Argentina).

sábado, 19 de marzo de 2011

Libro "El saber del ciudadano. Las nociones capitales de la democracia", Aurelio Arteta y otros. Nacionalismo, Multiculturalismo y Democracia.

El saber del ciudadano

Por: Juan Avilés.

Idiotas, para los antiguos griegos, eran quienes se desentendían de lo público para preocuparse sólo de lo suyo (idíos en griego). Nos lo recuerda Aurelio Arteta, catedrático de filosofía moral y política en la Universidad del País Vasco, en el primer ensayo de los que integran El saber del ciudadano, una obra destinada a divulgar los conceptos básicos de la democracia y contribuir así a que haya más ciudadanos comprometidos con el bien común… y por tanto menos idiotas (tanto en el sentido griego como en el actual). De los trece ensayos que integran el libro, algunos son de carácter académico, pero otros abordan problemas de gran actualidad, como la relación entre democracia y nacionalismo, de la que trata Luis Rodríguez Abascal, y la cuestión de la tolerancia y el multiculturalismo, de la que se ocupa Aurelio Arteta.

Hay muchas variedades de nacionalismo, pues éste tiende a combinarse con otras ideologías, desde el liberalismo hasta el fascismo, pero en todos los movimientos nacionalistas se encuentra sin embargo un núcleo duro, que Abascal identifica con precisión: se trata de la convicción de que la humanidad está dividida en un tipo peculiar de grupos, llámense naciones o pueblos, a quienes corresponde la soberanía de un territorio. A partir de ahí el nacionalismo conduce inevitablemente a dos problemas que afectan a la democracia: el de la exclusión de quienes habitan en un territorio pero no comparten las características ancestrales que supuestamente definen a esa nación, y el del choque entre nacionalismos incompatibles. Su impecable análisis es puramente abstracto, pero de fácil aplicación a casos concretos. Resultan muy esclarecedores sus argumentos respecto a la controvertida cuestión del derecho de autodeterminación de los pueblos, entendido como derecho de secesión. Desde la perspectiva democrática sólo cabe aceptarlo en dos casos: cuando se trata de un territorio en el que los derechos humanos han sido masivamente violados por las autoridades del Estado al que pertenece (Kosovo); y cuando se trata de una separación libremente acordada por las partes implicadas (Chequia y Eslovaquia).

Arteta disecciona por su parte la aparente paradoja de la tolerancia, que es una virtud democrática básica, pero resulta falseada cuando conduce a una renuncia a las propias convicciones. Como ejemplo de falsa tolerancia, Arteta alude al multiculturalismo, entendido como la tesis de que las personas deben subordinarse a los valores de su cultura de origen, evitar el debate racional con individuos de otras culturas y renunciar a la búsqueda común de unos valores universales. En último término, tanto el nacionalismo como el multiculturalismo, tal como se definen en este libro, ponen en cuestión el principio fundamental de la democracia: la convicción de que todos los seres humanos son iguales en sus derechos fundamentales y que todos están llamados a participar en el debate público que conduce a la toma de decisiones, sin verse limitados por su lengua, su etnia, su religión o su supuesta adscripción nacional.

Fuente: Diario El Mundo, El Cultural (España). 21/02/2008.

Sinopsis del Libro.

Ante los males sociales o daños públicos, lo habitual es limitar sus dimensiones al mal que se comete y al que se padece. El agresor y su víctima, no hay otros protagonistas. ¿Hará falta tachar esa mirada, además de simplista, de interesada? Así lo cree Aurelio Arteta al ofrecer estas reflexiones que tienen a la sociedad vasca contemporánea como su primera inspiración. A diferencia de los males de naturaleza privada, los públicos no sólo los causan unos pocos y los sufren bastantes, sino que requieren a muchos más que los consientan. Estos son quienes colaboran en aquellos daños mediante su abstención, adquiera ésta la forma de silencio, disimulo o cualquier otra. En realidad, es el modo más abundante de comparecer el mal. Pues cabe esperar que no seamos agentes directos del sufrimiento injusto y más probable resulta que nos toque figurar como sus pacientes. Pero lo seguro es que nos contemos a menudo entre sus espectadores. Y entonces no podrá esquivarse la cuestión de si nuestro conformismo e indiferencia ante los daños que contemplamos nos convierte asimismo en sus cómplices.

***

Este libro se propone explicar las cuestiones principales acerca de la democracia: su naturaleza y justificación, su procedimiento de toma de decisiones, las figuras básicas que hoy reviste y algunos de los desafíos que afronta. Al ponerse a esa tarea, sus autores dan por sentado el notable influjo que un mejor saber político de la gente tendría en la cosa pública y su gobierno: pocas empresas hay tan dependientes de la fuerza y claridad de las razones de sus protagonistas como la democrática. Nuestra conducta ciudadana será relativa a nuestra idea de democracia, a lo que creamos que ésta sea, pero no menos a lo que puede y debe llegar a ser. Por ello nadie nace demócrata, sino que más bien se hace. Nadie puede suponer que ya es demócrata, o que no puede serlo más, o que es demócrata en todos sus comportamientos políticos o que -pase lo que pase- no puede dejar de serlo. El buen ciudadano se halla en estado de educación democrática permanente.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Libro: "Qué difícil es ser dios". El Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso y el conflicto armado interno en el Perú: 1980-1999. C. I. Degregori.

Qué difícil es ser dios

Por: Martín Tanaka (Politólogo)

Acaba de ser publicado Qué difícil es ser dios. El Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso y el conflicto armado interno en el Perú: 1980-1999, editado por el Instituto de Estudios Peruanos y la Coordinadora Nacional de DDHH, de Carlos Iván Degregori. Se trata de una compilación de textos publicados por el autor entre 1985 y 1996, acompañados de algunos textos inéditos más recientes y de una valiosa introducción, en donde el autor reflexiona sobre el contexto intelectual en el cual esos trabajos fueron producidos. Según Degregori, este libro condensa una etapa intelectual previa a su participación en la Comisión de la Verdad y Reconciliación, cuya experiencia, promete, dará lugar a una nueva reflexión, apenas esbozada en el epílogo de este libro.
Degregori se ha convertido en uno de los intelectuales más respetados e influyentes del país, posición que podría hacer que asuma una postura “por encima” de controversias, cayendo en el fácil recurso, tan común en nuestro medio intelectual, de criticar a otros sin mencionarlos, y así “ningunearlos”. Debemos felicitarlo por no caer en ese lamentable defecto: el libro en general y la introducción en particular, tienen un filo polémico que no debería pasar inadvertido. Según el autor, sus trabajos pretenden “politizar” a Sendero Luminoso (no verlo como un fenómeno delincuencial), “peruanizarlo” (no verlo como fruto de influencias extranjeras, ajenas a nuestra historia), “desindianizarlo” (no verlo como proyecto andinista o milenarista, sino como moderno y marxista), “desproletarizarlo” (verlo como un proyecto intelectual basado en la universidad y la escuela, no de trabajadores empobrecidos), y desvincularlo de la izquierda (dejar de verlo como integrado por “compañeros equivocados” y denunciar su carácter totalitario).

Ubicado en esas coordenadas, Degregori se enfrenta no solo a la derecha militarista y reaccionaria, también a la izquierda tradicional; polemiza asimismo con los intelectuales que vieron en Sendero Luminoso la expresión de alguna forma de identidad andina o milenarista, y que tendieron a proyectar una imagen “esencialista” de lo andino, negando o limitando la capacidad de acción propia de las comunidades y campesinos. Leer los viejos textos de Degregori hoy muestra lo acertado de sus intuiciones, y cuánto han envejecido visiones alternativas, en su momento muy influyentes, como las de Juan Ossio, Alberto Flores Galindo o Gonzalo Portocarrero, entre otros.

¿Cuál es la clave de la lucidez de Degregori? A mi juicio ella reside, como en otros intelectuales, en su capacidad para moverse entre mundos y registros diferentes: entre la academia y el compromiso político, entre el mundo universitario de San Cristóbal de Huamanga y San Marcos con el del IEP y la academia global, entre el norte y el sur. Un ejemplo y una inspiración para las nuevas promociones de científicos sociales.

Fuente: Diario La República (Perú). Dom, 20/02/2011.

lunes, 24 de enero de 2011

Libro: “Poder Empresarial y Sociedad Civil en Sudamérica” de Francisco Durand y Humberto Campodónico.

Poder empresarial en Sudamérica

Por: Fernando Romero Bolaños.

Acaba de ser publicado “Poder Empresarial y Sociedad Civil en Sudamérica” estudio exploratorio de Francisco Durand y Humberto Campodónico, conocidos profesionales interesados en el seguimiento y análisis del desempeño de empresas y grupos de poder económico. Es un estudio basado en fuentes secundarias que realiza un análisis comparativo sobre las características del sector empresarial, y de sus relaciones con el Estado y la sociedad civil en los países sudamericanos la primera década del siglo XXI.

Un estudio oportuno en la medida que brinda información útil y de manera sencilla, acerca de la presencia y poder que han venido adquiriendo en la economía y política de nuestros países las multinacionales, los grupos de poder económico nacional (y las empresas multilatinas) y las empresas estatales. Relaciona además el desempeño de las empresas con el tipo de las políticas que los Estados han promovido, agrupándolos según sus grados de apertura hacia el sector privado como conservadores, socialdemócratas o radicales. Clasificación que es utilizada con flexibilidad para evitar perder de vista las ambigüedades y las zonas grises de las políticas estatales.

El estudio es más interesante aún debido a que incorpora el análisis de las prácticas gremiales empresariales, sus estrategias de influencia hacia los Estados y la manera como abordan las relaciones con la sociedad civil desde la perspectiva de la RSE. Resaltamos la mirada crítica de los autores sobre esto último que concluyen que en realidad “…la RSE resuelve el problema de la empresa, no el social, que es mayor, más amplio y multidimensional.”

El tema de la RSE nos introduce al papel que ha cumplido la sociedad civil. Luego de un período en el que las empresas han “corrido solas”, desde inicios de este siglo la actuación de las organizaciones de la sociedad civil ha buscado convertirse en un factor de contrapeso y hacer visibles otros intereses y otras voces, colaborando a la configuración de un escenario distinto. La modificación del escenario ha sido mayor en los países en los que han confluido las organizaciones sociales tradicionales y los nuevos movimientos sociales que reivindican derechos indígenas, de género y de atención al ambiente.

Sin embargo, los autores sostienen que entre las organizaciones de sociedad civil “no es frecuente que tengan una posición explícita sobre el poder empresarial, aspecto en el que hay ambigüedad o falta de precisión”.

Al respecto proponen que es necesario realizar estudios, por ejemplo, sobre los patrones de relación entre empresa y consumidor, empresa y trabajador, y empresa y proveedor; sobre el rol de las corporaciones en la Amazonía, en el sector agronegocios y en la infraestructura.

Mayor conocimiento para que la sociedad civil esté mejor informada y tenga un análisis más preciso del papel del sector privado que permita formular propuestas sobre su rol y sus relaciones con el Estado y los ciudadanos.

Fuente: Diario La Primera (Perú). 24 de enero del 2011.
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Descargar libro:
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sábado, 27 de noviembre de 2010

Libro Soldados de la República. Guerra, Correspondencia y Memoria en el Perú (1830-1844).

Soldados de la República

Por: Alberto Adrianzén (Sociólogo)

Gracias al Fondo Editorial del Congreso y al Instituto Riva Agüero de la PUCP, hace unas semanas salió publicado el libro: Soldados de la República. Guerra, Correspondencia y Memoria en el Perú (1830-1844), cuyos autores son los historiadores Carmen Mc Evoy y José Luis Rénique. El libro (dos tomos) da cuenta de la correspondencia de los principales militares en los primeros años de la república: Agustín Gamarra, José de Orbegoso, Andrés Santa Cruz, Domingo Nieto, Ramón Castilla, así como de las cartas de diversos personajes civiles y militares tanto a Orbegoso como a Nieto. El trabajo de Mc Evoy y Rénique es muy importante porque permite conocer lo que pensaban estos personajes y porque representa un nuevo enfoque sobre ese periodo de nuestra historia, más conocido como los años de la anarquía.

Basadre en su libro Perú: problema y posibilidad cuando se refiere a esa época nos habla de pronunciamientos, de actas o documentos, de proclamas o comunicados de los caudillos o jefes, de partes o relatos oficiales sobre el curso y resultados de los combates y batallas (p. 24, Biblioteca Ayacucho), pero nada nos dice de esas cartas. Por eso la primera novedad que contiene este libro son las cartas mismas que dan luz no solo sobre la complejidad de esos años sino también sobre los personajes.

La otra novedad, es el nuevo enfoque que plantea Carmen Mc Evoy en el Estudio Preliminar, que supone la superación de una visión que nos dice que ese periodo fue, digamos, pura anarquía: “si bien ya no es posible afirmar –como lo hizo en su momento Francisco García Calderón– que los años que sucedieron a la independencia carecen de una historia estructurada, todavía seguimos atrapados en una trampa conceptual llamada Anarquía” (p.36), para añadir luego: “sostengo que para clarificar la dinámica interna de esa nebulosa denominada anarquía es necesario analizar el proceso mediante el cual los militares fueron incorporados a la tradición republicana y cómo dicha inclusión modela su universo mental y accionar político (pp.38-39).

Para Mc Evoy esos años no fueron pura anarquía sino más bien una etapa de lucha, de política intensa y de búsqueda por crear el Estado peruano. No estamos frente a simples caudillos militares ambiciosos y sin idea políticas, sino frente a militares que buscaban, muchos de ellos imbuidos de un espíritu republicano, construir el Estado y poner fin, incluso, a lo que podemos llamar el “militarismo”. En realidad, casi todos ellos, finalmente, buscaban construir una patria. Ello no implica desconocer el caudillismo militar (comprensible luego de varios años de luchas y guerras por la independencia) sino más bien reconocer que hay que ir más allá de ese mismo caudillismo y de la trampa conceptual llamada anarquía.

Lo que nos plantea Mc Evoy es que el Estado peruano se construyó en medio y gracias a las guerras de esos años. Dicho de otra manera: la violencia –como ha sucedido en otros países– es la manera en que se constituyen los Estados. En este contexto la trampa conceptual llamada anarquía es tal en la medida que nos conduce, por contraposición a la idea de anarquía, a pensar que es posible construir un Estado sin conflictos y sin violencia, es decir, sin política. Es la famosa “promesa de la vida peruana” que al rechazar ese periodo por “anárquico” y “negativo”, termina por excluir –y esto no es una apología– a la violencia y a los conflictos en el proceso de constitución del Estado peruano y como parte (y partera) de nuestra historia republicana.

Un último punto: las cartas publicadas en estos dos volúmenes no están en el Perú sino que permanecen en Chile o, mejor dicho, están secuestradas en Chile. Son parte del botín de guerra que se llevaron luego de la ocupación. Su devolución –así de como todo lo secuestrado– es impostergable ya que supone terminar de recuperar nuestra historia. Por eso y por muchas otras razones el libro de Carmen Mc Evoy y José Luis Rénique es un aporte francamente extraordinario.

(*) albertoadrianzen.lamula.com

Fuente: Diario La República (Perú). Sáb, 27/11/2010.

Recomendado:

Historia global on line: Soldados de la República. Guerra, Correspondencia y Memoria en el Perú (1830-1844).

domingo, 8 de agosto de 2010

Libro: “Tras una lengua de papel” del lingüista Carlos Garatea Grau.

“Nuestra lengua proviene del desorden y el conflicto”

Carlos Garatea Grau es un lingüista que ha profundizado en la historia del idioma español en el Perú. Su reciente libro “Tras una lengua de papel” es el resultado de seis años de investigación sobre el choque de culturas que ocurrió durante la conquista. Con estudios en la Universidad Católica, el Colegio de México y la Universidad de Múnich, Garatea Grau señala en su investigación la complejidad lingüística y cultural del idioma que arribó a estas tierras y el mestizaje producido en el contacto con las lenguas indígenas.

Por: María Isabel Gonzales

¿Qué aportes trajo el español a nuestro territorio al llegar con la conquista?

–Como lengua, el español llevaba también una historia propia que se integró a la nuestra. Cuando hablamos de español no hablamos de una lengua que tenga un único eje normativo ni un solo propietario, sino que hablamos de diversidad, que está mucho más allá de un espacio territorial o un período de tiempo. Con la llegada del español llegó también la historia de una cultura, de la Edad Media, del Renacimiento, de Cervantes, de Góngora, todo bajo una sola etiqueta.

–¿Cómo eran los primeros expedicionarios que llegaron al Perú y qué tipo de español hablaban?

–Había de todos los tipos. Durante mucho tiempo se dijo que aquí a América llegó gente poco ilustrada, analfabeta, malhechores, gente pobre. En parte era cierto, pero con ellos también llegaron sacerdotes, notarios y gente que luego llegó a cargos tan altos como virrey. Es un mito eso de que nuestro español es menor o de menos calidad, pero aún se arrastran los prejuicios con nuestra lengua porque hay quienes buscan el español correcto o español puro. Ese es un debate que aún no termina porque buscamos las formas correctas afuera y no dentro de nuestra propia habla. Otro mito es que los expedicionarios eran solo andaluces y tampoco fue así: venían de distintas partes de España. Si bien es cierto que los andaluces se caracterizaban por el seseo y algunas conjunciones, no se puede hacer una caracterización rígida. Muchos llegaron después de expediciones por el Caribe y trajeron palabras de esas tierras que luego se hicieron parte del español.

–¿Cómo se dio el proceso de aprendizaje del español en los pueblos indígenas?

–Aunque los españoles llegaron con el único objetivo de obtener riquezas a toda costa y no de entablar comunicación se vieron obligados a impartir la enseñanza del español porque el Rey así lo dispuso. Pero tal como sucede hoy en día, muy a pesar de que era una política para todas las poblaciones americanas, lo que dice la ley no necesariamente se cumple. Las escuelas formales fueron poquísimas y tardías en el Perú (siglo XVII), por eso uno de los primeros niveles fue la exposición oral, los indígenas aprendían de oído. Ya cuando se dio la enseñanza formal quienes impartieron la educación fueron los sacerdotes con un único propósito doctrinario. Es decir, la lengua no fue más que un medio para alcanzar la evangelización y también para lograr las riquezas que fueron descubriendo en nuestro territorio.

–¿Hubo resistencia de los pueblos conquistados al español?

–El nivel de asimilación fue mayor en la costa que en los Andes y se debe a dos factores: el primero fue geográfico y el segundo de resistencia cultural. Si hoy con todas las facilidades que existen el desplazamiento sigue siendo difícil en la sierra, en aquella época era peor. En la costa la propagación del idioma español fue más rápido por las facilidades de acceso que tenían los conquistadores. Pero al fin y al cabo lo que nos muestra el español tras seis siglos de confluencia entre lenguas es que somos un país mestizo, multilingüe, con una lengua de origen importado pero de la que hemos sabido apropiarnos y que convive con las andinas y amazónicas.

–En su libro usted cuenta que aún en la etapa formal de la enseñanza había discriminación en las escuelas

–Si bien habían colegios para enseñar a leer y a escribir a los hijos de curacas y caciques, estos abandonaron lentamente estos propósitos porque las plazas eran ocupadas por los hijos de españoles notables que veían en estos lugares el sitio ideal para educar a sus propios hijos. Entonces ocurrió que la población indígena fue desplazada lentamente aun cuando la ley dijera una cosa distinta. Incluso encontré el caso de un cacique –en el libro de un colega mío– que envió una carta al director de uno de estos colegios diciéndole que no se olvide cumplir con la labor que tenían encomendada de darle formación a sus hijos porque de lo contrario los iba a retirar del colegio.

–¿Qué aportes hemos dado como pueblo al español?

–Hay muchos términos que por la documentación oficial de la época se ha determinado que son aportes propios del Perú, pero la Real Academia no los reconoce. Por ejemplo “papa” es un término quechua y aún existe cierta resistencia para reconocerlo como nuestro. No tengo idea de por qué. Pero lo que yo creo es que el español hoy debe aceptarse por ser diverso. No hay que andar fijando de donde viene cada palabra. Basta con decir que chicha y cacique vienen del Caribe y aún así son parte de nuestra identidad. Cómo asimilar una lengua será siempre un problema de educación, cuál es el español que se enseña en las escuelas y cuál se debería enseñar. No a todos nos enseñan igual. Lo que podemos decir es que cuando se habla del uso del español en los Andes, hablamos de un español andino que consiste en la recurrencia de modos de español usados en esta parte de América. Con algunas particularidades pero que comparten rasgos generales.

–Para su investigación usted recurrió a documentos oficiales de la época, ¿qué fue lo que más llamó su atención?

–Titulé el libro “Tras una lengua de papel” porque busqué la evidencia del choque de las lenguas en las fuentes escritas, que eran redactadas por curacas, caciques e indígenas de la época bajo el modelo español aprendido en la escuela. Entonces venía el problema de cómo reconocer ahí qué era lo andino. Había que ir más allá y fijarse en el contexto que se vivía, el de los conquistados. Por ejemplo, el caso que desató toda esta investigación lo encontré mientras leía unos documentos notariales en los que un curaca usaba unas palabras sacadas de un texto español. Entonces había un problema de originalidad que resolver. ¿Qué tan andino es el español andino? Primero hay que aceptar que nuestra lengua no es una lengua aislada, sino una proveniente del desorden, de la variación, de los conflictos, de la desigualdad. Hay parte de la historia que se perdió para siempre, pero hay otra que prevalece y que nos deja con una sola certeza: la de un encuentro cultural que desató nuestra historia.

Fuente: Diario La República, suplemento "Domingo". 08 de agosto del 2010.