Mc Evoy y la construcción nacionalista
Por: Martín Tanaka (Politólogo)
Esta semana se presentó el último libro de la historiadora Carmen Mc Evoy, Armas de persuasión masiva. Retórica y ritual en la Guerra del Pacífico (Santiago, CIP, 2010), que compila discursos eclesiásticos, políticos y militares de personajes chilenos que muestran, como argumenta la autora en su valioso estudio preliminar, de qué manera se construyó el discurso nacionalista en Chile, aprovechando la victoria en la Guerra del Pacífico.
Chile tenía que desarrollar un discurso que justificara la invasión, ocupación y conquista de territorios ajenos, y que al mismo tiempo aprovechara el entusiasmo por el triunfo. Así, Perú habría actuado de manera desagradecida frente el apoyo chileno en las guerras de independencia y la de 1866, y con perfidia al aliarse secretamente con Bolivia. El que Chile hubiera vencido a dos países, incursionando en territorios agrestes y desconocidos, sería muestra de su superioridad como nación; seríamos un país decadente, marcado por la corrupción, la debilidad, el salvajismo, por lo que la incursión chilena asumía un carácter civilizatorio, bendecido por la voluntad divina.
El libro demuestra cómo funcionan los artificiosos mecanismos de construcción de identidades nacionales; en realidad, Chile distaba de ser el país que esos discursos querían proyectar. Chile vivió importantes guerras civiles en los años posteriores a su independencia, en 1851, y después de la guerra, en 1891. Más todavía, durante la guerra, diversos levantamientos de la población mapuche eran aplastados a sangre y fuego. Si bien Chile avanzó relativamente más que otros países en cuanto a consolidación estatal, lo hizo sobre la base de un modelo elitista, autoritario, excluyente. De allí que al inicio de la guerra hubiera preocupación por la lealtad de los “rotos” ante un ejército comandado por “aristócratas”, “pelucones”.
Lo curioso es que, del lado peruano, no encontramos narrativas nacionalistas exitosas que cuestionaran la construcción chilena, sino discursos fuertemente críticos, desde González Prada hasta nuestros días, que por el contrario parecen confirmarlo. Desde este ángulo perdimos la guerra por no tener clase dirigente, por estar divididos, por nuestro fracaso en la construcción de un Estado-nacional. Así, paradójicamente, la exaltación nacionalista chilena se acopló perfectamente con una narrativa derrotista de nuestro lado: en efecto, habríamos perdido porque no teníamos lo que Chile sí tenía.
Así, el libro de Mc Evoy no solo es pertinente para desmontar la ideología nacionalista chilena, también para cuestionar elementos en nuestra historiografía que pasan por alto importantes logros y esfuerzos de construcción estatal y nacional en el siglo XIX. En tanto asumamos que ni los chilenos eran tan superiores, ni nosotros tan inferiores, podremos encontrar un punto en el que podamos relacionarnos sin complejos como lo que somos: iguales.
Fuente: Diario La República. Dom, 28/03/2010.
Por: Martín Tanaka (Politólogo)
Esta semana se presentó el último libro de la historiadora Carmen Mc Evoy, Armas de persuasión masiva. Retórica y ritual en la Guerra del Pacífico (Santiago, CIP, 2010), que compila discursos eclesiásticos, políticos y militares de personajes chilenos que muestran, como argumenta la autora en su valioso estudio preliminar, de qué manera se construyó el discurso nacionalista en Chile, aprovechando la victoria en la Guerra del Pacífico.
Chile tenía que desarrollar un discurso que justificara la invasión, ocupación y conquista de territorios ajenos, y que al mismo tiempo aprovechara el entusiasmo por el triunfo. Así, Perú habría actuado de manera desagradecida frente el apoyo chileno en las guerras de independencia y la de 1866, y con perfidia al aliarse secretamente con Bolivia. El que Chile hubiera vencido a dos países, incursionando en territorios agrestes y desconocidos, sería muestra de su superioridad como nación; seríamos un país decadente, marcado por la corrupción, la debilidad, el salvajismo, por lo que la incursión chilena asumía un carácter civilizatorio, bendecido por la voluntad divina.
El libro demuestra cómo funcionan los artificiosos mecanismos de construcción de identidades nacionales; en realidad, Chile distaba de ser el país que esos discursos querían proyectar. Chile vivió importantes guerras civiles en los años posteriores a su independencia, en 1851, y después de la guerra, en 1891. Más todavía, durante la guerra, diversos levantamientos de la población mapuche eran aplastados a sangre y fuego. Si bien Chile avanzó relativamente más que otros países en cuanto a consolidación estatal, lo hizo sobre la base de un modelo elitista, autoritario, excluyente. De allí que al inicio de la guerra hubiera preocupación por la lealtad de los “rotos” ante un ejército comandado por “aristócratas”, “pelucones”.
Lo curioso es que, del lado peruano, no encontramos narrativas nacionalistas exitosas que cuestionaran la construcción chilena, sino discursos fuertemente críticos, desde González Prada hasta nuestros días, que por el contrario parecen confirmarlo. Desde este ángulo perdimos la guerra por no tener clase dirigente, por estar divididos, por nuestro fracaso en la construcción de un Estado-nacional. Así, paradójicamente, la exaltación nacionalista chilena se acopló perfectamente con una narrativa derrotista de nuestro lado: en efecto, habríamos perdido porque no teníamos lo que Chile sí tenía.
Así, el libro de Mc Evoy no solo es pertinente para desmontar la ideología nacionalista chilena, también para cuestionar elementos en nuestra historiografía que pasan por alto importantes logros y esfuerzos de construcción estatal y nacional en el siglo XIX. En tanto asumamos que ni los chilenos eran tan superiores, ni nosotros tan inferiores, podremos encontrar un punto en el que podamos relacionarnos sin complejos como lo que somos: iguales.
Fuente: Diario La República. Dom, 28/03/2010.
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