La gravedad del yo
Richard David Precht ha escrito el libro de filosofía de mayor éxito de Alemania. El bestseller “Wer bin ich - und wenn ja, wie viele” ya ha sido traducido a 16 idiomas.
Por: Erna Lackner
Cuando alguien puede narrar un largo viaje con un equipaje pesado con tanta facilidad y ligereza y al mismo tiempo con tantas facetas como lo hace Richard David Precht, es un verdadero placer. Y un logro que se ve recompensado con, hasta ahora, 700.000 lectores en 16 idiomas. Un bestseller alemán de una materia que no invita de antemano a ensoñaciones: la filosofía. Pero con Precht como guía de viaje se puede dar una estimulante vuelta al mundo incluso con mercancía kantiana o wittgensteiniana. Tiene un don para popularizar la filosofía y servirla de forma sucinta, pero sustanciosa, para que le guste también a lectores cuyo trabajo no se desarrolla en la torre de marfil de la filosofía, pero que de vez en cuando se preguntan de dónde vienen, a dónde van y qué sentido tiene todo esto.
Para ellos, Richard David Precht, nacido en 1964, ha encontrado un título que parece un sinsentido, pero también misteriosamente inteligente: “Wer bin ich – und wenn ja, wie viele?” (Quién soy yo – y en caso de que sí, ¿cuántos?) Es la frase nocturna de un amigo afónico, revela el autor, a quien le gusta intercalar anécdotas y vivencias agradables.
Ya se trate de una extraña poesía o más bien de un título elaborado con instinto para un superventas, éste podría suponer también un handicap. Los compradores de libros que ignoran por principio este tipo de títulos de autoayuda pueden sencillamente haber pasado por alto que tras la humorística portada se esconde una competente narración con preguntas filosóficas, cuyo atractivo consiste en que las respuestas de Descartes, Rousseau, Nietzsche, Sigmund Freud y compañía son adaptadas al estado de las ciencias actuales. Sobre todo a la investigación cerebral, en la que Precht recala fascinado una y otra vez, para al final preferir seguir siendo kantiano.
El libro no es sólo un veloz viaje en el tiempo, sino también un bosquejo fácil de entender de la investigación cerebral, desde sus curiosos comienzos hasta los últimos estudios, con “emocionantes impulsos” y ecos de aquella arrogancia con la que los “investigadores cerebrales creen que su investigación deja sin trabajo a la filosofía y quizás también a la psicología”. Precht sabe poner de manifiesto este tipo de controversias, que dejan claras las luchas de rango en nuestra era neurobiológica, por ejemplo entre freudianos e investigadores cerebrales, que “quieren tachar el yo”. Y él muestra el gran bosque, que con tanto árbol apenas se puede abarcar con la vista. En sus propias palabras, es una “ayuda para orientarse en la espesura de las ciencias”.
Con “Wer bin ich – und wenn ja, wie viele?”, Precht se ha adentrado en una vereda de tres partes con las preguntas básicas de Kant: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo esperar? En el primer capítulo, ilustra, con ayudas iniciales como la canción de John Lennon “Lucy in the Sky with Diamonds“, los requisitos previos del pensamiento. Cómo pudo empezar todo con los animales humanos hace millones de años, cuando el tamaño del cerebro se triplicó bruscamente.
La precaria frontera entre humanos y animales es un tema central que también trata en la segunda parte sobre la ética, el área clásica de la filosofía: ¿Es el ser humano un animal moral? ¿Debemos comer animales? ¿Cómo deberíamos tratar a los antropoides? Para incitar la reflexión, Precht ilustra a veces un escenario de terror en el que el hombre no es el rey de la creación, sino también meramente material animal.
De nuevo con Kant y, esta vez, con el utilitarista Jeremy Bentham profundiza en cuestiones bioéticas que hacen tambalear los fundamentos cristianos y que hace tiempo que conmocionan la jurisprudencia y la medicina. Los investigadores cerebrales especialmente se han “hecho en cierta medida con el poder de interpretar”, opinaba hace poco Precht en una entrevista para la revista “Stern”. Pero las ciencias y las letras debían volver a ir de la mano cuando se trate de los seres humanos. La filosofía no debe limitarse a “la restauración de construcciones antiguas en el ámbito intelectual”, sino que tiene que ocuparse de las preguntas actuales: “La filosofía sin las ciencias naturales está vacía, y las ciencias naturales sin la filosofía están ciegas”.
Richard David Precht establece diversas uniones transversales, no sólo entre las islas de las diferentes ciencias. En su “viaje filosófico”, entrecruza una y otra vez los términos antagónicos razón y sentimiento. ¿Quién rige el mundo? ¿Sigue teniendo vigencia el imperativo categórico de Kant sobre el ser bueno? ¿Y qué está hoy en boga? La razón es sólo un lacayo de la voluntad, opinaba Schopenhauer. ¿Quién está al mando en el cerebro? ¿Tiene el yo sólo una base material? ¿Es sólo el producto de neuronas, sustancias transmisoras, hormonas? ¿Qué ocurre en el compartimento superior del cerebro? Precht tiene que volver a recurrir al taller de los investigadores cerebrales, al lóbulo frontal y a las neuronas espejo, pero el sabe hablar sobre ciencia como un escritor de novelas de suspenso. Con competencia y precisión, pero también con valor para comprimir, omitir y con vivaces entramados, así como con un lenguaje coloquial consigue un estilo elegante y atractivo. Hoy ya no tiene ningún sentido, dice Precht, escribir como Kant, que se basaba en la gramática latina escolar, o como Hegel, “un pésimo estilista”, “Hegel realmente no sabía escribir, ése es uno de los motivos por los que sus textos son tan difíciles”. Su propia disertación sobre “la deslizante lógica del alma en Robert Musil” es un “rollo pomposo”, reconoce Precht, pero él afortunadamente dice haberse liberado de la complejidad y de la jerga inculcadas en la universidad.
Y ¿qué pueden esperar los seres humanos? La tercera parte del “viaje filosófico” trata sobre Dios, la libertad y la propiedad, la justicia, la felicidad y el amor de la mano de Anselmo de Canterbury, Husserl y Sartre, Luhmann y Epicuro. Terminado esto, Precht –que vive con su mujer, la periodista de televisión luxemburguesa Caroline Mart, y un total de cuatro hijos– ya ha pasado al siguiente libro que se publicará en marzo de 2009: “Liebe. Ein unordentliches Gefühl” (El amor. Un sentimiento desordenado). Un recorrido de obstáculos que también podría convertirse fácilmente en uno de los más vendidos.
Fuente: http://www.magazine-deutschland.de/es
Richard David Precht ha escrito el libro de filosofía de mayor éxito de Alemania. El bestseller “Wer bin ich - und wenn ja, wie viele” ya ha sido traducido a 16 idiomas.
Por: Erna Lackner
Cuando alguien puede narrar un largo viaje con un equipaje pesado con tanta facilidad y ligereza y al mismo tiempo con tantas facetas como lo hace Richard David Precht, es un verdadero placer. Y un logro que se ve recompensado con, hasta ahora, 700.000 lectores en 16 idiomas. Un bestseller alemán de una materia que no invita de antemano a ensoñaciones: la filosofía. Pero con Precht como guía de viaje se puede dar una estimulante vuelta al mundo incluso con mercancía kantiana o wittgensteiniana. Tiene un don para popularizar la filosofía y servirla de forma sucinta, pero sustanciosa, para que le guste también a lectores cuyo trabajo no se desarrolla en la torre de marfil de la filosofía, pero que de vez en cuando se preguntan de dónde vienen, a dónde van y qué sentido tiene todo esto.
Para ellos, Richard David Precht, nacido en 1964, ha encontrado un título que parece un sinsentido, pero también misteriosamente inteligente: “Wer bin ich – und wenn ja, wie viele?” (Quién soy yo – y en caso de que sí, ¿cuántos?) Es la frase nocturna de un amigo afónico, revela el autor, a quien le gusta intercalar anécdotas y vivencias agradables.
Ya se trate de una extraña poesía o más bien de un título elaborado con instinto para un superventas, éste podría suponer también un handicap. Los compradores de libros que ignoran por principio este tipo de títulos de autoayuda pueden sencillamente haber pasado por alto que tras la humorística portada se esconde una competente narración con preguntas filosóficas, cuyo atractivo consiste en que las respuestas de Descartes, Rousseau, Nietzsche, Sigmund Freud y compañía son adaptadas al estado de las ciencias actuales. Sobre todo a la investigación cerebral, en la que Precht recala fascinado una y otra vez, para al final preferir seguir siendo kantiano.
El libro no es sólo un veloz viaje en el tiempo, sino también un bosquejo fácil de entender de la investigación cerebral, desde sus curiosos comienzos hasta los últimos estudios, con “emocionantes impulsos” y ecos de aquella arrogancia con la que los “investigadores cerebrales creen que su investigación deja sin trabajo a la filosofía y quizás también a la psicología”. Precht sabe poner de manifiesto este tipo de controversias, que dejan claras las luchas de rango en nuestra era neurobiológica, por ejemplo entre freudianos e investigadores cerebrales, que “quieren tachar el yo”. Y él muestra el gran bosque, que con tanto árbol apenas se puede abarcar con la vista. En sus propias palabras, es una “ayuda para orientarse en la espesura de las ciencias”.
Con “Wer bin ich – und wenn ja, wie viele?”, Precht se ha adentrado en una vereda de tres partes con las preguntas básicas de Kant: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo esperar? En el primer capítulo, ilustra, con ayudas iniciales como la canción de John Lennon “Lucy in the Sky with Diamonds“, los requisitos previos del pensamiento. Cómo pudo empezar todo con los animales humanos hace millones de años, cuando el tamaño del cerebro se triplicó bruscamente.
La precaria frontera entre humanos y animales es un tema central que también trata en la segunda parte sobre la ética, el área clásica de la filosofía: ¿Es el ser humano un animal moral? ¿Debemos comer animales? ¿Cómo deberíamos tratar a los antropoides? Para incitar la reflexión, Precht ilustra a veces un escenario de terror en el que el hombre no es el rey de la creación, sino también meramente material animal.
De nuevo con Kant y, esta vez, con el utilitarista Jeremy Bentham profundiza en cuestiones bioéticas que hacen tambalear los fundamentos cristianos y que hace tiempo que conmocionan la jurisprudencia y la medicina. Los investigadores cerebrales especialmente se han “hecho en cierta medida con el poder de interpretar”, opinaba hace poco Precht en una entrevista para la revista “Stern”. Pero las ciencias y las letras debían volver a ir de la mano cuando se trate de los seres humanos. La filosofía no debe limitarse a “la restauración de construcciones antiguas en el ámbito intelectual”, sino que tiene que ocuparse de las preguntas actuales: “La filosofía sin las ciencias naturales está vacía, y las ciencias naturales sin la filosofía están ciegas”.
Richard David Precht establece diversas uniones transversales, no sólo entre las islas de las diferentes ciencias. En su “viaje filosófico”, entrecruza una y otra vez los términos antagónicos razón y sentimiento. ¿Quién rige el mundo? ¿Sigue teniendo vigencia el imperativo categórico de Kant sobre el ser bueno? ¿Y qué está hoy en boga? La razón es sólo un lacayo de la voluntad, opinaba Schopenhauer. ¿Quién está al mando en el cerebro? ¿Tiene el yo sólo una base material? ¿Es sólo el producto de neuronas, sustancias transmisoras, hormonas? ¿Qué ocurre en el compartimento superior del cerebro? Precht tiene que volver a recurrir al taller de los investigadores cerebrales, al lóbulo frontal y a las neuronas espejo, pero el sabe hablar sobre ciencia como un escritor de novelas de suspenso. Con competencia y precisión, pero también con valor para comprimir, omitir y con vivaces entramados, así como con un lenguaje coloquial consigue un estilo elegante y atractivo. Hoy ya no tiene ningún sentido, dice Precht, escribir como Kant, que se basaba en la gramática latina escolar, o como Hegel, “un pésimo estilista”, “Hegel realmente no sabía escribir, ése es uno de los motivos por los que sus textos son tan difíciles”. Su propia disertación sobre “la deslizante lógica del alma en Robert Musil” es un “rollo pomposo”, reconoce Precht, pero él afortunadamente dice haberse liberado de la complejidad y de la jerga inculcadas en la universidad.
Y ¿qué pueden esperar los seres humanos? La tercera parte del “viaje filosófico” trata sobre Dios, la libertad y la propiedad, la justicia, la felicidad y el amor de la mano de Anselmo de Canterbury, Husserl y Sartre, Luhmann y Epicuro. Terminado esto, Precht –que vive con su mujer, la periodista de televisión luxemburguesa Caroline Mart, y un total de cuatro hijos– ya ha pasado al siguiente libro que se publicará en marzo de 2009: “Liebe. Ein unordentliches Gefühl” (El amor. Un sentimiento desordenado). Un recorrido de obstáculos que también podría convertirse fácilmente en uno de los más vendidos.
Fuente: http://www.magazine-deutschland.de/es
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